VIDA
Nace en
Belmonte de la Mancha (Cuenca) en 1527, en el seno de una familia de
intelectuales. Desde los 14 años reside en Salamanca y, cuando tiene 17,
profesa en los agustinos. Su biografía está marcada por las luchas que mantiene
su orden con la de los dominicos por el dominio de la universidad. Cuando en
1561 obtiene la cátedra de teología, se intensifican los enfrentamientos. Su
mucho saber en materia bíblica le granjea considerable prestigio, pero es aprovechado
por sus adversarios para causarle problemas; a ello se suma su temperamento
inquieto y batallador.
Se le acusa ante la Inquisición de preferir el texto hebreo
de la Biblia frente a la Vulgata, la traducción latina de san
Jerónimo (siglo V) que ha adoptado el concilio de Trento. Otro cargo es el de
haber vertido al castellano el Cantar de los cantares, cuando está
prohibido trasladar los libros sagrados a las lenguas vulgares. Hay que tener
en cuenta que esa traducción es para uso privado y que la preferencia por el
texto hebreo obedece a razones meramente filológicas. Aun así, permanece en la
cárcel inquisitorial de Valladolid desde marzo de 1572 a finales de 1576. Sus
detractores hacen hincapié en los antecedentes judaicos de su familia.
Al ser absuelto, vuelve a la universidad, donde sigue
dedicado a sus estudios bíblicos y teológicos. Muere en Madrigal de las Altas
Torres (Ávila) en 1591, poco después de ser nombrado provincial de su orden en
Castilla.
OBRA
La obra en
verso de fray Luis acostumbra a dividirse en tres apartados:
- Poesías originales.
- Traducciones profanas.
- Traducciones sacras.
A lo largo
de los años, se le han atribuido numerosos poemas que recuerdan vagamente su
estilo. En la actualidad no se consideran como auténticas más que 23 poesías
originales, 10 ó 15 imitaciones de poetas italianos y un crecido número de
traducciones de autores clásicos y textos sagrados. Naturalmente, nuestro
interés se centra en las primeras.
TEMA
Sus versos cantan la soledad del campo, el abandono de la
lucha, la tranquilidad y la paz. Algunos críticos creyeron que la vida del
poeta fue eso: un silencioso discurrir por la apartada senda de los sabios. Hoy
sabemos que fue justamente lo contrario. Quizá la autenticidad y la fuerza de
sus versos se deba precisamente a que expresan una aspiración nunca conseguida.
Este tema aparece en la oda que ocupa el primer lugar en todos los códices e
impresos (“¡Qué descansada vida...!”), la más conocida de cuantas escribió. En
ella hallamos, magníficamente expresado, el violento contraste entre la
felicidad de la vida en solitario y las calamidades a que lleva la ambición
humana.
ESTILO
En la poesía de fray Luis se reiteran obsesivamente un
conjunto de símbolos que reflejan sus más íntimas vivencias y anhelos: el mar,
la noche, la luz, el cielo, el aire, la música... Estas imágenes no siempre
tienen un valor único y claro. Sin embargo, algunas se tiñen de un cierto
carácter positivo o negativo. El mar suele representar el tráfago mundano, las
locas ambiciones del hombre. Hay una excepción en la Oda a Salinas, donde
se habla del “mar de dulzura” en que nos sumerge la música. La noche es
símbolo, junto a la cárcel y la tierra, de la angustia y el desamparo de la
criatura humana, perdida en este mundo, deseosa de alcanzar la armonía
encarnada por los astros y su perfecto orden. El aire, a veces huracanado, se
remansa en otras ocasiones y es imagen de la felicidad y de la belleza. La
música se une a él para reforzar esa simbología.
Lo peculiar de las imágenes usadas por Fray Luis es que
tienen un valor doble. Hay que interpretarlas a la vez en sentido recto y
figurado. Así, por ejemplo, cuando habla de la “escondida senda”, estamos ante
una metáfora que alude a una forma de conducta, pero también se refiere a un
sendero real, en el que proyecta sus íntimos deseos de paz. Los motivos líricos
acostumbran a ser en estos versos símbolo y realidad al mismo tiempo.
| Fray Luis de León. |
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